La primera excursión que han hecho los pequeños príncipes ha sido a ver el mar; el mar Cantábrico, en Gijón. Se dice por ahí que el aire del mar tiene un no se que beneficioso que a los niños viene muy bien (y a los mayores), y lo cierto es que los tres días pasados al lado del mar nos han venido muy bien a todos. Los peques han comido y han dormido como nunca y el caminar por el paseo marítimo ha hecho que los papas dejaran un poco de lado el estrés.
Lo más complicado del viaje ha sido el tema equipaje; hacer las maletas con sumo cuidado para que nada de lo necesario faltara (¡y se necesitan tantas cosas para dos bebés!), y de forma que ocupara el menos espacio posible para que todo cupiera en el maletero. La verdad es que lo conseguimos y espero que en próximos viajes también.
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