viernes, 27 de julio de 2012

Tiempo de decir adiós


¡Adiós pañal! ¡Adiós a la cuna! ¡Adiós a la guardería! sí este verano está marcado por las despedidas, despedidas de cosas propias de bebés, despedidas que marcan el inicio de la niñez, los logros en la autonomía personal, el inicio de la "separación" y no dependencia de papá y mamá.
Comenzamos con el pañal, hace un mes que iniciamos la retirada; lo hicimos de una forma paulatina, sin precipitaciones, pasamos del pañal a la braguita pañal, utilizamos el orinal de forma frecuente, les sentábamos en él para que se fueran acostumbrando; y poco a poco lo integraron como algo normal. El paso a las braguitas y calzoncillitos de "mayor" no nos costó mucho, y los escapes no fueron demasiados. A partir de ahí ha  venido de forma espontánea el pedirlo ellos mismos y el levantarse sequitos por la mañana. Y definitivamente esta semana hemos dicho "¡adiós pañal!".
El paso de la cuna a la cama ha sido rápido, "de un día para otro". Les contamos que ya eran mayores y tenían que dejar ya las cunas; les llevamos a una conocida tienda de muebles en la cual vieron varias camas de niños y las probaron. Al día siguiente, en su presencia y con  "su colaboración" montamos sus camas y durmieron sin problema, la verdad es que nos sorprendieron gratamente. Por tanto "¡Adiós a la cuna!".
Esta semana ha sido la última en la guardería, el martes dirán adiós a sus cuidadoras y compañeros, bueno no a todos, con alguno de ellos coincidirán en el colegio. Finalizan lo que se denomina el primer ciclo de Educación Infantil, ha sido una
experiencia enriquecedora para ellos, que les ha ayudado en su proceso madurativo, o como se dice vulgarmente les ha hecho espabilar. Julio marca el final, agosto será un tiempo para pasar con la familia y prepararnos para un nuevo ciclo. En definitiva una nueva despedida "¡Adiós Escuela Infantil!"

jueves, 19 de julio de 2012

El Jardín del Papagayo


A pocos minutos del hotel donde nos encontrábamos alojados en Benicarló había un "zoo de aves", nos pareció interesante y una mañana cambiamos el plan "paseo-parque-piscina", por un visita a este lugar: un parque zoológico cuyos habitantes eran aves, en concreto papagayos de diferentes especies, bueno sus principales habitantes porque en un espacio especialmente acondicionado para ellos pudimos ver, y estar muy cerca, de canguros gigantes. El zoo estaba bastante bien acondicionado para las aves, y poseía bastantes plantas tropicales que hacía de él un espléndido jardín por el que se paseaba muy agusto y sin demasiado calor. Cuando sacamos la entrada la chica que nos atendía nos ofreció comprar una bolsa de pipas para los papagayos, y es que lo más interesante de este lugar son sus voladeros, jaulas enormes en las que se puede entrar para alimentar a los pájaros.
Los pequeños príncipes se portaron de maravilla y fueron muy valientes; la pequeña Inés incluso alargó su manita para dar de comer a un papagayo pequeñito. Estuvieron muy atentos a todo lo que acontecía a su alrededor y sólo pasaron un mal rato cuando un montón de  papagayos se posaron en la cabeza y los hombros de su papá.
Al final de la mañana, había un espectáculo; disfrutamos de él como habíamos disfrutado de todo lo demás, y aunque acabamos muy cansados mereció la pena. Nos pareció un estupendo lugar para visitar y disfrutar en familia, nosotros así lo hicimos y tanto los papás, los peques, los tíos y la prima, nos llevamos un estupendo recuerdo de esta experiencia.

sábado, 14 de julio de 2012

A la orilla del mar

De nuevo este verano hemos tenido la suerte de pasar unos días de vacaciones en un lugar a la orilla del mar. Este año ha tocado el mar Mediterráneo, en la Comunidad Valenciana, concretamente en la localidad de Benicarló; una playa pequeña, tranquila; un espléndido hotel con dos estupendas piscinas (una para pequeños y otra para mayores), un mar cálido y tranquilo con el castillo del Papa Luna en el horizonte, unas vacaciones estupendas.
Los pequeños príncipes lo han pasado fenomenal, en la piscina "nadaron" con sus flotadores y manguitos, y en la playa jugaron y jugaron con la arena y el agua del mar. El ritmo era relajado, tanto es así que cada día nos levantábamos más tarde, las siestas eran largas y la hora de acostarnos tardía.
Dicen que el aire del mar tiene estupendos beneficios, sea como sea el cambio nos ha venido bien a todos, la pena es lo poco que ha durado, ¡estas vacaciones se nos han quedado cortas! Ahora esperamos con ilusión días de asueto en el pueblo con los abuelos.