A pocos minutos del hotel donde nos encontrábamos alojados en Benicarló había un "zoo de aves", nos pareció interesante y una mañana cambiamos el plan "paseo-parque-piscina", por un visita a este lugar: un parque zoológico cuyos habitantes eran aves, en concreto papagayos de diferentes especies, bueno sus principales habitantes porque en un espacio especialmente acondicionado para ellos pudimos ver, y estar muy cerca, de canguros gigantes. El zoo estaba bastante bien acondicionado para las aves, y poseía bastantes plantas tropicales que hacía de él un espléndido jardín por el que se paseaba muy agusto y sin demasiado calor. Cuando sacamos la entrada la chica que nos atendía nos ofreció comprar una bolsa de pipas para los papagayos, y es que lo más interesante de este lugar son sus voladeros, jaulas enormes en las que se puede entrar para alimentar a los pájaros.
Los pequeños príncipes se portaron de maravilla y fueron muy valientes; la pequeña Inés incluso alargó su manita para dar de comer a un papagayo pequeñito. Estuvieron muy atentos a todo lo que acontecía a su alrededor y sólo pasaron un mal rato cuando un montón de papagayos se posaron en la cabeza y los hombros de su papá.
Al final de la mañana, había un espectáculo; disfrutamos de él como habíamos disfrutado de todo lo demás, y aunque acabamos muy cansados mereció la pena. Nos pareció un estupendo lugar para visitar y disfrutar en familia, nosotros así lo hicimos y tanto los papás, los peques, los tíos y la prima, nos llevamos un estupendo recuerdo de esta experiencia.
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