Los pequeños nos recuerdan siempre las promesas que hemos hecho en algún momento, pasa el tiempo parece que lo han olvidado pero no, un día sin venir a cuento recuerda aquello que dijimos o prometimos. Esto ha ocurrido con la promesa de volver al planetario y al museo de la ciencia de nuestra ciudad. Y hemos vuelto, y nos ha encantado volver y seguro que volveremos otra vez.
En esta ocasión vimos una proyección en el planetario que se titulaba "La niña que sabía caminar al revés
‘La niña que sabía caminar al revés’ es un cuento boca abajo, una historia dada la vuelta que invita a los espectadores a contemplar el mundo que nos rodea desde un punto de vista diferente. La protagonista, una niña de cabellos ondulados y anaranjados, es un personaje muy especial... Sabe escuchar a las mareas y suele hablar con los árboles. Pero lo que más le gusta hacer es contemplar el cielo estrellado. Por esta razón, hace tiempo que aprendió a caminar al revés, para poder tener siempre el cielo bajo sus pies".
Además de disfrutar de la historia pudimos aprender cuales eran las principales constelaciones -Leo, Géminis, Cáncer o la Osa Mayor- y a reconocer las diferentes fases de la Luna.
También vimos una exposición titulada Érase una vez… la informática. Del ábaco a lasmart city en viñetas y más’ . Una muestra que explora los orígenes y la historia de la informática. Esta le gustó más a papá.
Fuimos a la casa del Río: espacio en el que se explican los ecosistemas fluviales, especialmente el del río que pasa por Valladolid, el Pisuerga. Acuarios, terrarios y módulos interactivos os ayudarán a entender cómo funcionan los ríos y cuáles son los principales procesos ecológicos que en ellos se desarrollan.
Y pasamos un buen rato en la sala del agua, que es una de las que más nos gustan del museo. Por último comimos en el restaurante del museo que se llama "A ciencia cierta", un nombre muy acorde con el lugar donde se ubica. Y comimos muy bien. Volveremos.
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