viernes, 12 de febrero de 2010

Los instintos más básicos




Todos los bebés nacen con un instinto muy básico que ayuda a encontrar el pecho de la madre (el reflejo perioral) para mamar y que junto con el instinto de chupetear aquello que se le pone al alcance de su boca (el reflejo de succión) constituyen los elementos fundamentales para alimentarse y sobrevivir. Dicen que hay que potenciar y estimular este instinto natural de buscar y agarrarse al pezón durante sus primeros días y horas de vida poniendo al bebé contra el pecho de la madre. Los pequeños príncipes no tuvieron esa oportunidad; nada más nacer se los llevaron del lado de la mama reina para meterlos en incubadoras donde se les alimentó a biberón, que supone mucho menos esfuerzo a la hora de succionar y ningún esfuerzo a la hora de buscar.


Después de unos días, cuando pasaron de incubadora a cunita, la mamá reina puso a los pequeños príncipes cerca de su pecho con miedo de que sus reflejos estuvieran mermados y les costara mucho mamar, pero no fué así, enseguida encontraron la "fuente de alimentación" y comenzaron a mamar como si lo hubieran hecho desde el primer minuto de su vida.

Los peques compartieron desde el inicio de su existencia a su mamá, y a la hora de mamar también han de compartirla y como buenos hermanos se pusieron a mamar los dos a la vez de forma tan natural que a todos los allí presentes nos resultó en igual medida fascinante y sorprendente.

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